Son numerosos los estudios que demuestran que trabajar de pie, durante algunas horas de la jornada laboral, no sólo repercute de forma positiva en nuestra salud, sino que además mejora nuestra capacidad de concentración y productividad.
Los especialistas en salud laboral recomiendan empezar la jornada trabajando de pie, cuando abandonemos el escritorio, al finalizar el día de trabajo, hay que dejarlo elevado para comenzar así al día siguiente; levantarse durante las llamadas telefónicas y hablar de pie; trabajar de pie después de comer, así evitamos la somnolencia de la primera hora de la tarde; integrar la rutina de trabajar de pie poco a poco; combinar la rutina del escritorio elevado con algo de música cuando sea posible. Y como consecuencia, elegir un calzado cómodo.
Al aplicar estas sencillas recomendaciones estamos consiguiendo un gran beneficio en nuestra salud y en nuestro rendimiento. Combinar el trabajar de pie y sentados disminuye el riesgo de padecer enfermedades graves y aumenta la esperanza de vida. El cuerpo produce más enzimas encargadas de procesar grasas por lo que se pierde peso. Nuestra musculatura exige más oxígeno y aumenta la circulación sanguínea, así como el ritmo cardíaco. La espalda no padece las consecuencias de una higiene postural desatendida o deficiente. Aumenta la concentración y atención y se evita, por ejemplo, la relajación excesiva o sensación de adormecimiento a primera hora del día, después de comer o hacia el final de la jornada. De este modo el cuerpo logra un cansancio satisfactorio (físico y mental) lo que beneficia el descanso.
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